ORACIÓN EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LA PAZ

El 21 de septiembre de 2011, un gran número de grupos, organizaciones y personas en todo el mundo organizan el Día Internacional de la Paz. En 2002, la Asamblea general de la ONU declaró oficialmente el 21 de septiembre como fecha permanente para el Día Internacional de la Paz. Se sugirió que "el Día de la Paz se observará para conmemorar y fortalecer los ideales de paz, tanto en cada país como entre todas las naciones y los pueblos".

Cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, puede celebrar el Día de la Paz. Puede ser tan sencillo como encender una vela al mediodía, o simplemente sentarse en meditación silenciosa. O bien, puede involucrar a compañeros de trabajo, una organización, comunidad o el Gobierno, a participar en un gran evento. Si millones de personas en todas partes del mundo, se unen por un día de paz, el impacto será inmenso.

Únete a la Comunidad Franciscana, en cualquier momento del día, con esta oración:

Espíritu de Dios, tú nos sostienes en tus brazos.
Tu presencia abrasa este mundo transformándolo.
Tú nos sostienes en tus brazos.
Tú nos llamas a ver y a enfrentarnos al misterio del mal.
Tú nos sostienes en tus brazos.
Tú nos llamas a vivir el asombroso misterio del bien frente al misterio del mal.
Tú nos sostienes en tus brazos.
Quédate con nosotros cuando practicamos la no-violencia.
Tú nos sostienes en tus brazos.
Danos fuerza para romper las reglas de guerra, para pasar de una zona de guerra a una casa de amor.
Tú nos sostienes en tus brazos.
Te damos gracias por Ti y por cada persona.
Tú nos sostienes en tus brazos.
Amén

Oración de San Francisco de Asís

Señor, hazme instrumento de tu paz.
donde haya odio, que siembre yo amor;
donde haya injuria, perdón;
donde haya duda, fe;
donde haya desesperación, esperanza;
donde haya tinieblas, luz;
y donde haya tristeza, alegría.
O Divino Maestro, concédeme que no busque tanto
ser consolado, como consolar;
ser comprendido, como comprender;
ser amado, como amar.
Porque es dando cuando recibimos;
perdonando cuando somos perdonados;
y muriendo cuando nacemos a la vida eterna. Amén