martes, 9 de junio de 2009

SAN ANTONIO DE PADUA

El santo amado por el mundo


Peregrinos rezando ante la tumba de San Antonio San Antonio es el santo más conocido y amado en el mundo. Millones de peregrinos y devotos, de todo el mundo, visitan cada año su Basílica en Padua. No hay ninguna iglesia en el mundo que no tenga un altar, una pintura, una estatua o un fresco dedicados a San Antonio. Por no hablar de las pequeñas estatuas y de las estampillas presentes en la casas particulares.

Numerosas asociaciones en el mundo han nacido y desarrollan sus obras bajo el nombre de San Antonio, llevando su presencia sobre todo caritativa. Desde hace siglos, en todo el mundo, millones de personas se demuestran ligadas a San Antonio con una devoción y un amor que no conocen ofuscación o recesiones.


¿Por qué este afecto, este amor tan fuerte, difundido y espontáneo? ¿Cuál es el secreto de esta afectuosa e incondicional confianza con el Santo? ¿Qué características presenta esta relación especial?

Los devotos conocen a San Antonio por lo que él hace por ellos. Desde siempre. Antes que nada la escucha confidente. Él es el interlocutor de los pobres, que dialoga con cualquiera que tenga un sufrimiento que compartir en el cuerpo o en el espíritu. Muchos ni siquiera saben dónde nació, su historia, su doctrina, pero lo experimentan como protector y benefactor de sus vidas.

San Antonio se convierte en compañero de viaje en la cotidianidad de la vida. No es sólo un distribuidor de gracias y de favores a quien recurrir cuando es necesario. Es el hermano mayor, el amigo confidente, siempre presente y disponible para las personas con todos sus problemas, grandes y pequeños.

Los devotos que piden luz para la propia existencia. Le piden que ayude a quien está perdido, que consuele a quien sufre, que ayude a los pobres y a los olvidados.

Éstos lo reconocen y lo aman con el lirio (la pureza y la transparencia de vida), con el Niño Jesús (signo de una amor tierno y disponible), el libro (la Palabra de Dios)..

Los devotos sienten a San Antonio como el intercesor y benefactor en nombre de Dios. San Antonio es el rostro de la bondad auxiliadora de Dios, que en él se desvela y se hace realidad concreta y tangible. San Antonio es sentido también como la misericordiosa y delicada llamada a la conversión y a la penitencia.


El amor expresado en la devoción


Además de en la oración personal, la devoción a San Antonio se manifiesta a lo largo de los siglos con algunas expresiones especiales que duran todavía hoy y que a continuación repasamos de forma breve.

La mano en la Tumba

Es el gesto más característico que los peregrinos cumplen en la basílica antoniana.


Trevisan, San Antonio moribundo

Además de expresar la necesidad de un contacto concreto con el Santo, es un gesto de fe y de confianza, acompañado por la oración silenciosa del corazón.

A centrar la atención sobre el Santo no es una estatua o una imagen, que no faltan, sino su Tumba.

La Trecena

Con este término se entienden los trece días de preparación a la fiesta de San Antonio que tiene lugar el 13 de junio. La Trecena se repite todavía en nuestros días en la Basílica y en otros santuarios antonianos o iglesias franciscanas, como también de forma privada en muchas familias.

Pero con este mismo término se entiende también una oración articulada en trece puntos, que recorre los aspectos más significativos de la vida y de la santidad de Antonio, intercalándolos con las oraciones más comunes de la piedad cristiana.

El Tránsito

Celebrado hace años con muchas y distintas oraciones y cantos, el tránsito sigue siendo una ceremonia sugestiva. Recuerda los últimos momentos de la vida terrena de San Antonio: viendo la muerte cercana, se hizo llevar por un carro tirado por bueyes de Camposampiero a Padua, donde deseaba morir. Llegado a la Arcella tuvo que detenerse y allí expiró serenamente, confortado por la visión de Jesús.

La muerte ocurrió el viernes, 13 de junio de 1231, cuando oscurecía. Por esto sus hermanos de la Basílica cada viernes cuando oscurece, con una simple pero impresionante celebración, recuerdan el momento del tránsito.

El "Si quaeris"

Son las primeras palabras latinas (en español: Si buscas) con las que inicia la oración quizás más conocida en honor a San Antonio, y por lo tanto muy buscada por los muchísimos devotos que llegan al Santo y que se encuentra en varios opúsculos o libretos de oración, incluido éste.

La música al Si quaeris la hicieron los celebres compositores de la Capilla Musical del Santo, el texto se remonta a fray Giuliano da Spira que lo compuso en 1235, como responsorio del Oficio rítmico (hoy llamado Liturgia de las horas) para la fiesta de San Antonio. Se llama "responsorio" (del latín respondère, o sea responder porque hay un solista, que proclama o canta un texto, y le responde el coro con expresiones iguales o de análogo contenido.


Protección para los niños

Peregrinos en la Basílica durante la fiesta de San Antonio

San Antonio tuvo una predilección especial por los niños. Entre los milagros que realizó, cuando estaba vivo, más de uno hace referencia a los niños.
Por esto ha arraigado la tradición de poner a los niños, desde su nacimiento, bajo la protección del Santo.

A esta costumbre le sigue la de poner a los niños un pequeño sayo franciscano para agradecer al Santo la protección recibida y hacerla conocer a los demás.

Bendición de los objetos

En la Capilla de las bendiciones, a los fieles les gusta hacer bendecir también los objetos personales.

Más allá de las inevitables exageraciones, no se puede ignorar la necesidad de concreción propia de la religiosidad popular y las dolorosas experiencias que llevan a tantos fieles a pedir estas bendiciones. A menudo se trata de objetos religiosos que se quieren llevar a casa como recuerdo duradero y visible del encuentro de gracia ocurrido en la Basílica; o regalar a las personas queridas para extender también a ellos la protección del Santo. Otras veces se trata de fotos de familiares que sufren enfermedades o padecen desórdenes en la vida; o algún indumento, comida o bebida que llevar a quien lucha entre la vida y la muerte.

Los motivos que acompañan a estos humildes gestos de invocación no se revelan completamente ni siquiera al sacerdote. Es cierto que el valor de la fe está muy vivo y empuja a inducir a olvidarse de las numerosas formas de ligereza y reiteración.

El pan de San Antonio

En algunas iglesias franciscanas o, unidas de forma especial a San Antonio, el día de su fiesta (13 de junio) existe la costumbre de bendecir pequeños panecillos, que después se distribuyen a los fieles y se consumen por devoción. En algunos países son los mismos fieles o algunos de ellos a tomar la iniciativa.

Dicha devoción deriva sin duda de la iniciativa del "pan de los pobres" que en el pasado era muy viva en las iglesias. Todavía hoy, en la Basílica, realizan su labor la Caritas antoniana y el Pan de San Antonio, dos organismos humanitarios que expresan en modelos actuales la ayuda material hacia los necesitados.

El acentuado y complejo fenómeno de la caridad, que va a parar al santuario, depende sin duda de la generosidad que los peregrinos ponen a disposición de los pobres. Pero lo que éstos cumplen es la continuación del agradecimiento hacia el Santo tan pródigo de consejos, ayudas y gracias. Basta recordar el conmovente episodio de una joven madre que, después de haber visto a su hijo curarse por intercesión del Santo, decidió ofrecer al convento durante un cierto periodo de tiempo tanto pan como pesaba su hijo, para que pudiera ser donado a las madres pobres.

Los mensajes-súplica a San Antonio

Muchísimos devotos escriben a San Antonio. "Cuando vas a la Tumba de San Antonio tendrías muchas cosas que decir. No consigues decirlas porque ni siquiera allí tienes tiempo. Hay mucha gente que como tú tiene muchísimas cosas que confiarle. Querrías dejar allí algo tuyo. Que estuviera allí, en tu sitio, para ser recordado. Para prolongar un diálogo que el tiempo, la prisa interrumpen demasiado deprisa".

Es una de las confidencias de los devotos que dejan una carta, una oración, una súplica, un mensaje, dirigidos a San Antonio. Son mensajes que evocan una confianza enorme, espontánea, que no conoce fronteras de idioma o nación.

Al fondo de la Basílica los devotos encuentran una postal especial, que pueden escribir para poner bajo la protección de San Antonio a sus seres queridos. Una vez escrita, se deja bajo la Tumba de San Antonio. Es una señal muy personal, que está allí, junto a San Antonio, como para custodiar y prolongar el pensamiento de los devotos, que ellos llevan a casa, después de haberlos compartido y puesto bajo su proteccióni.

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